EL SÍNDROME DE LA VIDA OCUPADA

El síndrome de la vida ocupada

El síndrome de la vida ocupada no está reconocido oficialmente como un trastorno, pero en los últimos años la comunidad científica ha considerado que es necesario tenerlo presente y trabajar para mejorar esta situación. El motivo por el que le han dedicado ya varios estudios es porque observan cómo la sociedad lo padece y va en aumento. Cada vez hay más personas que sienten que siempre deben tener algo que hacer y ser productivas ya que, de lo contrario, están perdiendo el tiempo y eso no es una opción.

Esta es la razón por la que los sujetos que la padecen, llenan todos los huecos de su agenda con varias tareas para sentirse productivos/as o realizan más de una actividad a la vez, como por ejemplo, trabajar y comer al mismo tiempo, para rehuir de esa sensación de inutilidad. El ritmo frenético de la vida actual nos exige ser los/as mejores y serlo es sinónimo de estar hiperestimulado/a, trabajar en exceso, estar siempre atareados/as y llegar a todo tipo de responsabilidades laborales, familiares y personales.

FACTORES DEL SÍNDROME DE LA VIDA OCUPADA

  • La falsa idea de que no producir es un fracaso.
  • Contar con menos horas de las que realmente necesitamos para llegar a los objetivos.
  • Una enorme exigencia impuesta por la sociedad y por uno/a mismo/a.
  • El ritmo acelerado de la vida actual.
  • La cultura de quererlo todo al instante.
  • Creer que la satisfacción personal va reñida a la productividad.
  • Premiar a la persona que dedica todo su tiempo al trabajo y las ocupaciones.
  • Mantener la mente ocupada para no centrarnos en los conflictos de uno/a mismo/a.

CONSECUENCIA DEL SÍNDROME DE LA VIDA OCUPADA

Las personas hiperestimuladas y sobreocupadas muestran una serie de problemas en algunas de sus funciones cognitivas, afectando a la capacidad de la memoria. Según un estudio sobre los problemas de memoria realizado por científicos de Escocia, el ritmo agitado que llevamos en la actualidad, la sobreestimulación y el exceso de información son los responsables de que las personas se estén volviendo más olvidadizas y que cada vez tengan más problemas para concentrarse.

El síndrome de la vida ocupada está causando que se normalicen pequeños despistes que, si bien son normales durante el envejecimiento, en personas jóvenes es cada vez más común y no se debería pasar por alto. Estos olvidos no son por un deterioro cognitivo, están causados por la hiperconexión a Internet, el estrés y un estilo de vida poco saludable como llevar un sueño insuficiente o una mala alimentación.

Además, el síndrome de la vida ocupada afecta al rendimiento, al clima laboral y a la motivación, esta última no solo en el trabajo sino en la vida en general. Asimismo, puede ocasionar el síndrome del trabajador quemado, conocido como burnout, que ya afecta a más del 10% de las personas activas dentro del mercado laboral. 

CÓMO DISMINUIR EL SÍNDROME DE LA VIDA OCUPADA

Límites

Sentirse productivo/a nos hace sentir bien, pero cuidado con esta sensación porque puede ocasionar que se vuelva una adicción que repercuta seriamente a la salud. Establecer límites es importante, no se puede decir “sí” a todo. Saber hasta dónde podemos llegar y dónde están nuestros límites es importante para aprender a conocernos mejor y para evitar sufrir el síndrome de la vida ocupada. Proponer horarios de desconexión laboral, es uno de esos límites: no contestar mensajes, emails, ni realizar tareas relacionadas con el trabajo, fuera de los horarios establecidos.

Permitirse no hacer nada

Para disminuir el síndrome de la vida ocupada, concedernos no hacer nada es uno de los remedios primordiales que debemos cumplir y es un fin en sí mismo. Del mismo modo que programamos en nuestra agenda una reunión, una entrega o un plan de ocio, también debemos fijar un tiempo de descanso de no hacer nada y simplemente descansar. Para las personas que sufren este síndrome, este ejercicio tan sencillo les puede resultar una odisea porque está en contra de lo que acostumbran a hacer. No hacer nada es no estimular la mente y aprender a que la vida no consiste en ser todo el tiempo productivo.

Buen sueño y buena alimentación

Las personas que tienen el síndrome de la vida ocupada, llevan unos hábitos alimentarios y de sueño que no son los adecuados para tener una vida saludable. Si comemos o dormimos solo cuando el trabajo lo permite, a la larga puede perjudicar seriamente nuestra salud. Crea un horario y establece tiempos para dormir. Cuando comas, céntrate en esa acción y no estés haciendo otra cosa al mismo tiempo, como contestar emails. Además, deja los aparatos electrónicos unas horas antes de irte a la cama y procura relajarte para indicar al cuerpo que se debe preparar para dormir.

Hacer ejercicio físico

El deporte tiene muchos beneficios en la salud emocional, además de la física. Favorece a la prevención y la reducción del estrés porque nos hace desconectar del trabajo y de las tareas. El estrés también puede ocasionar tensión muscular y para aliviarlo, el deporte es un buen aliado. Por lo tanto, la actividad física, sea cual sea, resulta ser un antídoto natural contra las tensiones. Ocurre gracias al aumento de las endorfinas que ayudan a disminuir la sensación de dolor, además de que el hábito saludable de mantenerse en movimiento disminuye el riesgo a enfermar.

Ansiedad controlada

Uno de los problemas que generan la ansiedad es la “enfermedad de la prisa” y esa sensación permanente que tenemos de que todo es urgente cuando no es así. Por eso, es importante controlar la ansiedad y sobre todo, hacer prevención antes de que aparezca con actividades que nos ayuden a relajarnos: un paseo por la naturaleza, escribir, pintar, meditar y respirar… Aparentemente, son tareas que para alguien que viva con el síndrome de la vida ocupada puedan parecerle “improductivas”, pero que ayudan a reducir la ansiedad de forma natural.