LA INFLAMACIÓN CRÓNICA: UN PROBLEMA SILENCIOSO

la inflamación crónica

La inflamación es una respuesta protectora de nuestro cuerpo en la que el sistema inmunológico interviene rápidamente para reparar los tejidos, eliminando aquellos cuerpos invasores y extraños que están en nuestro organismo. Por lo tanto, es beneficiosa porque se encarga de detectar y liquidar el tejido dañado, aunque a veces sea incómoda o nos provoque dolor. El problema es cuando este proceso persiste, pudiendo durar meses, años o toda la vida. Esta respuesta que se alarga en el tiempo se llama inflamación crónica. Pero, ¿Qué es exactamente, cómo podemos identificarla y eliminarla?

Tipos de inflamación

Aguda: Este tipo de inflamación tiene unos síntomas que aparecen rápidamente, de corta duración y se resuelve en unos días o semanas. Este tipo de inflamación es una respuesta ante un agente agresor y su función es ayudar al cuerpo a recuperar el estado previo al problema. 

Crónica: Cuando la respuesta frente al agente agresor persiste, da lugar a una inflamación crónica. Se trata de una forma más lenta que dura más de seis semanas y es menos severa. Este tipo de inflamación hace que el cuerpo esté alerta constantemente, provocando un impacto negativo en el organismo.

Síntomas y consecuencias de la inflamación crónica

La diferencia entre los síntomas de la inflamación aguda y crónica es que la aguda se detecta fácilmente con indicadores notorios y evidentes. En cambio, la inflamación crónica no se manifiesta de un modo tan claro y puede confundirse con otras problemáticas. Por eso, en muchos casos, no se atiende de la manera adecuada porque pasa desapercibida y pone en peligro a la persona que lo padece conllevando al riesgo de cronificar la inflamación. 

Algunas manifestaciones de la inflamación aguda son el dolor, sentir calor, hinchazón en la zona afectada y enrojecimiento. Unas señales indudables. En cambio los síntomas de la inflamación crónica no lo son: Insomnio, úlceras, fiebre, trastornos del ánimo, fatiga, problemas gastrointestinales, aumento de peso, dolor corporal o infecciones, entre otras.

La inflamación crónica puede afectar a células, tejidos y órganos sanos. Con el tiempo puede provocar daños y, si se mantiene en el tiempo, promover enfermedades degenerativas como la diabetes, estrés y depresión, hígado graso, obesidad, pérdida de masa muscular, osteoporosis, fibromialgia, enfermedades cardiovasculares o cáncer.

El origen de la inflamación crónica

  • Introducción y exposición de toxinas que el cuerpo no elimina como debería y la ingesta de algunos medicamentos.
  • El sedentarismo favorece el desarrollo de inflamación crónica.
  • Los productos de combustión del tabaco estimulan la oxidación e inflamación.
  • El alcohol.
  • Se observa que el envejecimiento provoca oxidación en los tejidos y un descenso de hormonas sexuales. Ambas tienen un papel importante en la respuesta inflamatoria y es por ello que, con el paso del tiempo, la inflamación puede estar presente.
  • El estrés, tanto físico como psicológico, inducen a la inflamación.
  • La falta de un buen descanso y/o alteraciones del sueño inducen a la inflamación crónica.
  • Periodontitis.

Cómo reducir/revertir la inflamación crónica 

Alimentación

Evitar todos aquellos alimentos que promueven la inflamación: grasas saturadas, hidratos de carbono refinados, los productos ultra procesados, los refrescos, el alcohol, etc. Priorizar los alimentos naturales, vegetales y nutritivos.

Grasas saludables

Escoge grasas saturadas con ácidos antiinflamatorios y las grasas poliinsaturadas omega-3, procedente del pescado. También se puede encontrar en algas, semillas de chía y lino, nueces o suplementos de ácido docosahexaenoico (DHA).

Calorías

Con una dieta baja en calorías se controla la inflamación porque facilita la producción de betahidroxibutírico que la bloquea y protege frente a distintas enfermedades. 

Para tener una alimentación baja en calorías, escoge alimentos sin azúcares añadidos, con índice glucémico bajo.

Cuidar la flora bacteriana

Está demostrado que las personas que siguen una dieta saludable y variada, tienen un ecosistema muy diverso de bacterias que reduce la inflamación. Para tener una flora bacteriana sana, es necesario incluir alimentos fermentados, alimentos que contengan probióticos y aquellos ricos en fibras.

Ejercicio regular

Evitar el sedentarismo con ejercicio físico regular, es una manera de combatir la inflamación, ya que reduce los marcadores inflamatorios y previene el riesgo de padecer enfermedades que son propensas a desencadenar en una inflamación crónica.

Dormir bien

El descanso de calidad es importante. Nos referimos a dormir entre 7-8 horas diarias y de forma profunda. Cuando el sueño es insuficiente, se desencadena un mecanismo celular que produce inflamación en los tejidos.