El concepto de moda rápida o “fast fashion”, se refiere a un fenómeno de producción y consumo masivo que incrementa a la misma velocidad a la que van cambiando las tendencias. Se ha convertido en una industria global en constante crecimiento, pero su impacto en el medio ambiente es alarmante. Y es que, las prácticas a las que nos lleva este tipo de consumo son insostenibles y afecta a nuestro planeta.
Solamente entre los años 2000 y 2015, según un informe de la Fundación Ellen MacArthur titulado «A New Textiles Economy», la cantidad de prendas de vestir fabricadas se incrementó notablemente. En el año 2000, se produjeron aproximadamente 50 mil millones de prendas, pero tras quince años, la producción se duplicó, superando los 100 mil millones de prendas.
MODA RÁPIDA: USAR Y TIRAR O ACUMULAR
La moda rápida ha promovido una cultura del consumo desmesurado, en la cual las prendas son fabricadas rápidamente y a precios bajos para satisfacer la demanda de la moda instantánea. Esta mentalidad de «usar y tirar» ha llevado a un ciclo de compra constante, donde las personas adquieren más ropa de la necesaria y frecuentemente reemplazan sus prendas para seguir las últimas tendencias.
Esto genera un aumento en la extracción de recursos naturales, como el agua y las materias primas, y en las emisiones de gases de efecto invernadero durante la producción. Además, la obsolescencia programada es una estrategia utilizada por muchas marcas de moda rápida para que la ropa se vuelva obsoleta rápidamente, obligando a los consumidores a comprar constantemente nuevas prendas.
DESPERDICIO DE RECURSOS Y CONTAMINACIÓN
En primer lugar, la producción de ropa requiere enormes cantidades de agua. Desde el cultivo de algodón hasta el proceso de teñido y acabado de textiles, se utiliza una gran cantidad de H2O, lo que puede resultar en la sobreexplotación de fuentes hídricas. Además, durante el teñido de los textiles, se utilizan numerosos productos químicos que contaminan el agua y representan un riesgo para los ecosistemas acuáticos y la salud humana.
Además del agua, la producción de moda rápida consume una gran cantidad de energía, principalmente proveniente de combustibles fósiles. Esto contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, que están directamente relacionadas con el cambio climático y el calentamiento global. Desde el transporte de materias primas hasta la fabricación y distribución de las prendas, se generan emisiones contaminantes que contribuyen al deterioro del medio ambiente.
La moda rápida también genera una gran cantidad de residuos textiles. Debido al ciclo de moda efímero y a la promoción del consumo impulsivo, muchas prendas son desechadas rápidamente, terminando en los vertederos. Los materiales sintéticos, como el poliéster, tardan siglos en descomponerse, lo que agrava el problema de los desechos a largo plazo. Incluso las prendas de algodón y otros materiales naturales, generan desechos significativos durante su producción, desde el uso intensivo de agua hasta la generación de residuos en forma de recortes y telas no utilizadas.
MODA ÉTICA Y SOSTENIBLE
Afortunadamente, han surgido alternativas más sostenibles en la industria de la moda. La moda ética se centra en la producción de prendas de calidad, utilizando materiales sostenibles y respetando los derechos de los trabajadores. Adoptan prácticas transparentes y éticas en todas las etapas de la cadena de suministro, asegurándose de que las condiciones laborales sean justas y seguras.
Además, se promueve la producción local y se fomenta el uso de tejidos orgánicos y reciclados. Estas marcas se esfuerzan por crear prendas duraderas y atemporales, que se puedan usar durante mucho tiempo y no se vuelvan obsoletas rápidamente. La moda ética también se preocupa por la trazabilidad de los materiales utilizados, para garantizar que provengan de fuentes sostenibles y no contribuyan a la degradación ambiental.
RECICLAJE DE ROPA Y ECONOMÍA CIRCULAR
Otra alternativa es el reciclaje de ropa. En lugar de desechar prendas usadas, se pueden recolectar, clasificar y reciclar para obtener nuevos materiales. Algunas marcas han implementado programas de recolección y reciclaje de ropa, convirtiendo prendas viejas en nuevos productos o materias primas. Esto ayuda a reducir la demanda de nuevos recursos y disminuye la cantidad de desechos textiles en los vertederos.
El reciclaje de ropa puede implicar procesos como el desmontaje de prendas, el reprocesamiento de fibras textiles o la transformación en nuevos productos. Además, la economía circular se enfoca en la reutilización y la reparación de prendas, alargando su vida útil y reduciendo la necesidad de producción de moda nueva. El intercambio de ropa y las tiendas de segunda mano, también forman parte de la economía circular, al fomentar la compra y venta de prendas usadas.
CONSUMO RESPONSABLE
Como consumidores, podemos contribuir al cambio eligiendo marcas responsables, reduciendo nuestro consumo y aprovechando al máximo la ropa que ya tenemos. La transición hacia una industria de la moda más sostenible es fundamental para proteger nuestro medio ambiente y preservar los recursos naturales para las generaciones futuras. Juntas podemos promover un cambio positivo en la industria de la moda y crear un futuro más sostenible.