Para tener una buena salud financiera, ahorrar es necesario. Tener un control de los ingresos, de los gastos y procurar ahorrar mes a mes para conseguir una seguridad financiera. El ahorro es aquella parte que no gastamos de los ingresos que percibimos. Cuantos más ingresos tengamos, más capacidad de ahorro tendremos.
Pero para ahorrar, aunque resulte evidente, primero hay que decidir hacerlo. En el proceso de tomar la decisión de ahorrar, esa determinación pasa por diferentes fases:
- Debe ser deseable
- Debe ser factible
- Debe existir un compromiso
- Planificación
- Implementación
Ocurre que en algunos de estos pasos nos detenemos y suele suceder por la relación que tenemos con el dinero. Por eso, entre las muchas razones que pueden existir por las que nos cuesta tanto ahorrar, una de ellas se centra en las malas decisiones que tomamos respecto a las finanzas por nuestro comportamiento. Realizando algunos cambios se puede modificar la conducta, pero para hacerlo primero es necesario conocerlas e identificarnos.
RAZONES POR LAS QUE NOS CUESTA AHORRAR
Hay teorías de Economía del Comportamiento que indican que parte de las razones por las que nos cuesta ahorrar es debido a una serie de sesgos que son completamente naturales al ser humano, que nos hace creer que el momento ideal para ahorrar está en un momento del futuro, pero nunca en el presente. Estos sesgos inconscientes generan una brecha entre la intención y la acción.
Algunos de estos sesgos cognitivos que influyen en nuestro objetivo de ahorrar, son los que exponemos a continuación. Conocerlos es de gran ayuda para tomar mejores decisiones. Verás que, hasta la persona más disciplinada con el ahorro, en algún momento se identificará con alguno de los siguientes sesgos.
Sesgo al presente
Todo el mundo sabe que lo más razonable es ahorrar por un bienestar y tranquilidad en el futuro. Pero tenemos una predisposición a quedarnos con el “aquí y el ahora”, con un fuerte desapego emocional con nuestro yo-futuro y solemos posponer el poner en marcha nuestro propósito de ahorrar para un objetivo a largo plazo. Algo propio de este sesgo es dejarse llevar por el impulso, buscando la satisfacción inmediata con la compra compulsiva con la que se acaba gastando el dinero que podría destinarse al ahorro.
Sesgo de desidia o procrastinación
A veces una tarea pendiente se puede convertir, bajo la percepción de una persona, en una ardua tarea, algo engorroso y pesado que cuesta realizar. Se acaba dejando para otro día, falta la energía y el interés para llevarla a cabo. Cuando se trata de ahorrar, todas las acciones que tengan que ver con este objetivo, por muy sencilla que sea, se acaba dejando para cuando sea un mejor momento. Sin embargo, ese momento nunca llega y acaban siendo oportunidades perdidas para comenzar a dar pasos hacia la meta del ahorro.
Sesgo de optimismo
Otro sesgo muy común es el de ser muy optimista con el futuro y pensar que siempre habrá un momento mejor para ahorrar en el mañana porque más adelante se estará mejor, tendremos éxito o que, directamente, no necesitaremos ahorrar porque no habrá ningún tipo de dificultad. Pero el futuro no se puede predecir y, aunque el optimismo es necesario, combinado con una pizca de realismo es lo óptimo, pues siempre es importante contar con dinero ahorrado por si las cosas no van como se espera.
Sesgo de mejor que el promedio
En muchos aspectos de la vida, cuando queremos saber si las cosas van bien, nos comparamos con el resto de personas de nuestro alrededor, conocidas y no tan cercanas. En el ahorro ocurre lo mismo. Si hay alguien cercano que no ahorra, entonces no seremos las únicas personas y, por lo tanto, no se estará haciendo tan mal. Si hay personas que nos hacen saber que no pueden ahorrar, de nuevo nos acogemos a que no somos las únicas personas que nos encontramos en esa situación. Muchas de nuestras conductas y comportamientos son sociales y las personas de nuestro alrededor determinan nuestros patrones.