¿Sabes qué es el estrés? Es una sensación que aparece cuando reaccionamos a cierto tipo de circunstancias. Es la forma que tiene nuestro cuerpo de reaccionar ante un reto o para estar alerta ante una situación complicada.
Hay muchas situaciones que pueden provocarnos estrés: sentirnos en peligro, una reunión de trabajo, una presentación en la escuela, viajar en avión… A cada persona le puede provocar estrés emocional diferentes situaciones.
Cuando nos encontramos en una situación estresante, se activa nuestro sistema nervioso y algunas hormonas. Empezamos a producir más adrenalina y cortisol porque el hipotálamo envía señales a las glándulas adrenales. Estas hormonas son enviadas al torrente circulatorio. Lo que hacen a continuación, es aumentar el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, la presión de las arterias y aceleran el metabolismo.
En consecuencia, los vasos sanguíneos se dilatan para que pueda circular más sangre hacia los músculos, para que se pongan en alerta. También se dilatan las pupilas para que mejore nuestra visión. Por otra parte, el hígado libera una parte de la glucosa que tiene almacenada para poder aumentar la energía de la que dispone el cuerpo. Además, producimos sudor para poder regular la temperatura, para estar más frescos.
La finalidad de estos cambios en nuestro cuerpo, es prepararnos para poder reaccionar con rapidez y eficacia. Es la respuesta a las situaciones estresantes. Si todo este mecanismo funciona correctamente, es la mejor forma que tenemos para funcionar adecuadamente bajo las situaciones de presión. Sin embargo, cuando esta respuesta se produce de forma extrema, puede causarnos problemas.
¿Cuántos tipos de estrés emocional existen?
Como hemos dicho anteriormente, la respuesta a esta presión es básica para poder reaccionar correctamente ante ciertas situaciones de peligro. También puede activarse en menor medida cuando estamos tensos, pero no corremos peligro. Por ejemplo, cuando hacemos un examen importante. Un nivel bajo de estrés, nos ayudará a estar atentos y preparados para cualquier ocasión. Después de dichas situaciones, nuestro organismo vuelve a su normalidad. Este tipo de estrés es bueno.
Debéis tener en cuenta que el estrés emocional no solo puede aparecer ante situaciones inminentes de peligro. También puede aparecer en situaciones a medio o largo plazo. Si es a largo plazo, puede que sea un estrés de baja intensidad pero de forma prologada. Lo que nos provoca dificultades, a este, se le conoce como estrés malo.
Nuestro sistema nervioso siente tensión de forma continuada y se mantiene activo para seguir liberando hormonas extra durante este periodo prolongado. Esto puede ser contraproducente porque puede acabar con las reservas del cuerpo. En consecuencia, sentiremos agotamiento, el sistema inmunológico se debilitará y pueden aparecer otros problemas de salud.
¿Por qué aparecen las sobrecargas de estrés?
Es importante que tener los niveles de tensión adecuados a la situación que vivimos. Ponernos demasiado nerviosos por un problema pequeño, puede perjudicarnos. Haciendo que perdamos concentración, bloqueándonos…
Si vivimos situaciones de estresantes de forma muy prolongada puede acabar provocándonos una sobrecarga de nerviosismo. Algunas de las situaciones que pueden provocar esta sobrecarga, son:
- Ser víctimas de cualquier tipo de violencia o sufrir intimidación.
- Tener relaciones tensas, problemas familiares, rupturas sentimentales, o la pérdida de un ser querido.
- Problemas en la escuela debidos a la dificultad de aprendizaje, falta de atención, hiperactividad, etc.
- Vivir con prisas sin tener tiempo para relajarse o desconectar.
Algunas de estas situaciones de estrés emocional necesitan ser tratadas de forma especial. Tener problemas de ansiedad también puede empeorar la situación. A veces es necesario acudir a un profesional para que nos ayude a solucionarlo.
¿Cómo detectar las situaciones de nerviosismo?
Algunos de los síntomas de la sobrecarga de estrés emocional, son:
- Ansiedad y ataques de pánico.
- Sentir una presión constante o confusión.
- Aparición de eccemas o asma.
- Dificultad para dormir.
- Comer y beber en exceso, fumar o consumir otras drogas.
- Tener depresión o sentir tristeza.
Cada persona reacciona al estrés emocional de una manera diferente. Algunos chillan, otros lloran, otros se alejan de los demás para estar solos… Es importante aprender a manejar estas situaciones. También lo es poner en práctica técnicas que nos ayuden. Con el tiempo las iremos dominando mejor. Esto nos será útil para prevenir el estrés emocional o reducirlo.
Para ayudaros cuando esto ocurra, nosotros os recomendamos poner en práctica estas técnicas:
No quieras hacer demasiadas cosas a la vez: a veces queremos hacer demasiadas actividades a la vez, pero no siempre podemos gestionarlas correctamente y acabamos estresados. Una solución, es dejar de hacer un par de ellas o delegar las que podamos.
Debes ser realista: asume que nadie es perfecto, por lo tanto, no te tortures en intentar serlo, porque la presión que te pones para ser perfecto, provoca tensión.
Procura dormir correctamente: dormir las horas que necesitamos es fundamental para mantener un buen estado de salud y ayudándonos a gestionar el nerviosismo.
Relájate: es el mejor antídoto para estas situaciones. Una buena forma de relajarnos es hacer ejercicios de respiración. También puedes hacer actividades que te relajen y te ayuden a calmarte. Como dar un paseo, leer un libro, escuchar música… Seguro que encuentras un pasatiempo que te ayuda a relajarte.
Dedica tiempo a tu cuerpo: hacer ejercicio es una excelente forma de eliminar el estrés emocional. Come adecuadamente para mantener tu cuerpo sano. Evita la comida poco sana, el alcohol y las drogas en momentos estresantes.
Controla tus pensamientos: tus pensamientos y la actitud que adoptes ante cada situación es muy importante para controlarla. Es mejor ser positivo y tener pensamientos optimistas para superar las dificultades.
Intenta resolver problemas pequeños: evitar enfrentarse a nuestros problemas cotidianos puede hacernos sentir que perdemos el control. Para sentir que recuperas el control, intenta solucionarlos, poco a poco y sin agobiarte. Cuando empieces a superar estos pequeños imprevistos, te sentirás con más fuerza para enfrentarte a los más grandes. No dudes en pedir ayuda si así lo crees necesario.