Durante las últimas décadas, la población tanto de países desarrollados como la de los que están en vías de desarrollo, estamos expuestos a un estilo de vida que, desafortunadamente, nos lleva a tener hábitos poco saludables, como el consumo de alimentos con alta densidad calórica y sedentarismo. Esto ha ocasionado un problema silencioso en la sociedad, pero que puede tener un impacto negativo en nuestra salud: la inflamación.
La inflamación es una respuesta natural de nuestro sistema inmunitario ante posibles daños provocados, ya sea por estrés o por la presencia de bacterias, virus y toxinas en nuestro organismo, a los que estamos expuestos día a día. De manera natural el cuerpo se defiende, provocando inflamación a corto plazo para atacar a los posibles invasores; sin embargo, los malos hábitos de vida pueden generar una inflamación crónica.
¿Qué quiere decir? Que mantiene en estado inflamatorio prolongado a nuestro cuerpo, dando como resultado el padecimiento de enfermedades Crónico Degenerativas, como el cáncer, arterosclerosis, diabetes y obesidad, entre otras. De hecho, como curiosidad, la inflamación es un biomarcador utilizado actualmente por la medicina para la detección de estas anomalías.
Afortunadamente, existen diversas maneras de controlar y disminuir la inflamación. Desde las más básicas, como el descanso y la actividad física diaria, hasta incluir superalimentos en tu dieta, ya sea en una infusión, un batido, una ensalada, snacks, e inclusive, postres.
“SUPERALIMENTOS” VS INFLAMACIÓN
Cuando escuchamos las palabras “superalimentos” es posible que nos imaginemos a una lechuga con capa o a una remolacha con antifaz, que vienen a defendernos con sus súperpoderes. Pues sí, porque aunque actualmente no existe una definición científica de este término, los súperalimentos tienen beneficios destacables.
Destacan porque además de proveer los nutrimentos necesarios para el correcto funcionamiento del metabolismo, como proteínas, carbohidratos o grasas, éstos tienen alguna molécula presente de forma natural que genera un impacto positivo en la salud, ayudándonos a prevenir o combatir diferentes padecimientos cuando su consumo es constante y en concentraciones adecuadas.
Dentro de los superalimentos antiinflamatorios, la cúrcuma y el jengibre, son dos raíces que se destacan por los efectos que tienen en nuestro sistema inmunológico, gracias a su perfil de compuestos funcionales.
EL JENGIBRE CONTRA LA INFLAMACIÓN
La raíz de jengibre es procedente de Asia, pero actualmente se cultiva en todo el mundo. Se caracteriza por tener una concentración del 60 a 70 % de carbohidratos, de 3 a 8 % de fibra, de 9 % de proteínas y de 3 a 6 % de ácidos grasos, aproximadamente. Además, tiene una cantidad significativa de compuestos fenólicos y terpenos, los cuales son los dichosos compuestos bioactivos y antioxidantes que le dan su súperpoder.
Actualmente, existe evidencia de que estos compuestos del jengibre ayudan a inhibir la respuesta inflamatoria del sistema inmunológico y la medicina convencional ha implementado su uso como terapia adyuvante para el control de varias enfermedades. Así mismo, diferentes estudios demuestran que el jengibre puede ayudar a regular los niveles de azúcar e insulina en la sangre y reducir el riesgo de diferentes tipos de cáncer.
Además de su poder antiinflamatorio, esta raíz ha sido utilizada en la medicina alternativa para prevenir diferentes padecimientos como náuseas del embarazo, dolor menstrual, problemas gastrointestinales, inflamación de vientre, y pérdida de apetito.
LA CÚRCUMA CONTRA LA INFLAMACIÓN
La cúrcuma también es una súper raíz, usada normalmente como condimento y colorante en varios platillos de la India. Hoy en día, se puede encontrar en todo el mundo en polvo, cápsulas y extractos. Una cucharada sopera de cúrcuma en polvo contiene 0.91 g de proteínas, 0.31 g de grasa, 6.31 g de carbohidratos y 2.1 g de fibra.
Además, aporta el 16 % de hierro, 5 % de potasio, 3 % de vitamina C y 26 % de manganeso del consumo diario requerido para un adulto. Lo que le otorga sus súper poderes a la cúrcuma es su alta concentración en curcumina que es una sustancia perteneciente a la familia de los compuestos bioactivos, curcuminoides y diarilheptanoides. Las propiedades antiinflamatorias de la cúrcuma ayudan a reducir el dolor en las personas que padecen artritis.
Así mismo, la cúrcuma tiene características antioxidantes que protegen el hígado de ser dañado por las toxinas a las que diariamente está expuesto. Otro de sus beneficios es la regulación de colesterol en la sangre y tratamiento para la prediabetes, tuberculosis y Alzheimer. Lo que es muy importante, es resaltar que las mujeres embarazadas deben evitar su consumo, ya que tiene efectos de “adelgazamiento de la sangre”.
¿Y CÓMO LOS PUEDO CONSUMIR?
JENGIBRE
Infusión: puedes disfrutar de los beneficios a la salud del jengibre y la cúrcuma de manera muy sencilla. Incluye jengibre en una infusión en ayunas, tan sólo deja la raíz de jengibre (3 – 4 cm) reposando en agua hirviendo durante 3 – 5 minutos, agrega un poco de zumo de limón y bébelo a una temperatura templada.
Batido: prepara un batido y agrega entre 4 – 6 cm de jengibre sin piel. Por ejemplo, uno de piña con leche de coco. Le dará un excelente sabor que activará tu sistema inmune al máximo.
CÚRCUMA
Bebidas y cremas: cuando quieras integrar la cúrcuma en tu alimentación, es importante que lo hagas en productos calientes, como una “Leche dorada” o un puré de calabaza, combinándola con pimienta, pues la curcumina sólo puede ser absorbida por nuestro cuerpo cuando se combina con la piperina, compuesto bioactivo de la pimienta, y a temperaturas mayores de 60ºC. Así, puedes preparar un puré de calabaza, agregando 3 cm de raíz de cúrcuma y pimienta en tu receta.
Recuerda que, para recibir los maravillosos beneficios de estas dos raíces, debes ser constante y sobre todo combinar su consumo con un estilo de vida saludable, incluyendo en tu alimentación productos frescos, como vegetales y frutas, realizando actividad física diaria que active tu metabolismo, y descansando de forma adecuada.