CONVIVIR Y ACOMPAÑAR A UNA PERSONA ENFERMA

Acompañar a una persona enferma

 

En la intersección de la salud social y la convivencia diaria, las enfermedades y enfermedades crónicas son una realidad que no hay que pasar por alto, ya que afectan al individuo y a las personas de su alrededor, generando desafíos en todos los aspectos de la vida: emocionales, sociales, económicos, etc. En este artículo nos centraremos en la convivencia con una persona enferma.

El momento del diagnóstico no solo marca una interrupción en la vida del paciente, sino que también demanda una adaptación a nuevos estilos de vida y enfrenta emociones complejas, como el duelo por la pérdida de salud. Este proceso no solo implica una carga física, sino también psicológica y social, influenciando la dinámica cotidiana de la convivencia.

En la convivencia diaria, la realidad es que convivimos con la enfermedad. Esta, ya sea física o mental, no solo afecta al individuo directamente involucrado, sino que también repercute en su círculo más cercano. Incluso, a lo largo de la vida, es muy probable que en alguna ocasión debamos asumir el papel de cuidado de un ser querido que está enfermo (o quizá ya te haya ocurrido).

La enfermedad, en su esencia más básica, es un estado de desequilibrio que afecta la salud física o mental de una persona. No discrimina edad, género, ni condición social, por lo tanto, nadie está exento de padecer una enfermedad crónica en algún momento de la vida. Desde una perspectiva amplia, debemos reconocer que la enfermedad mental, como la depresión, es igualmente relevante en este contexto. La salud mental es tan crucial como la física, y su impacto en la convivencia no debe subestimarse.

Desde esta óptica inclusiva, es imperativo abordar cómo acompañar y convivir con aquellos que enfrentan este desafío, promoviendo un ambiente de apoyo y comprensión mutua.

ENTENDER QUÉ LE OCURRE A LA PERSONA ENFERMA

La comprensión es la base de cualquier relación empática. Antes de intentar dar apoyo, es esencial tomarse el tiempo necesario para comprender la situación específica de la persona enferma. Esto implica escuchar activamente, informarse sobre la enfermedad en cuestión y estar dispuesto/a a empatizar con sus experiencias y emociones.

Es importante que, tanto el enfermo/a como la persona o personas que conviven con esta, sepan qué le está ocurriendo, qué trastorno sufre, sus limitaciones y qué puede hacer para ayudar a controlar la enfermedad. El desconocimiento puede generar dudas, miedos, vergüenza y desesperación, afectando negativamente la evolución de la enfermedad. Si la persona comprende su situación y su responsabilidad en el cuidado de su salud, es más probable que siga los consejos médicos y los tratamientos con mayor responsabilidad.

DAR TIEMPO PARA LA ADAPTACIÓN

La adaptación a una enfermedad no es un proceso instantáneo. Tanto para la persona enferma como para su entorno, es crucial permitir tiempo para asimilar los cambios y encontrar nuevas formas de convivencia. La paciencia y la flexibilidad son virtudes fundamentales en este camino hacia la aceptación y la adaptación.

La convivencia con una persona enferma puede presentar diversos desafíos. Es importante reconocer estas dificultades para tratarlas de manera efectiva y constructiva, desde la falta de comprensión por parte de terceros hasta la carga emocional y logística que implica el cuidado.

CONSEJOS PARA FACILITAR LA CONVIVENCIA CON LA PERSONA ENFERMA

1. Aceptación compasiva

Es crucial aceptar la realidad presente, incluso cuando nuestros seres queridos experimentan un deterioro físico significativo. Aunque las palabras y muestras de afecto puedan estar limitadas, la entrega amorosa y la cercanía emocional tienen un impacto positivo. La compasión nos permite estar presentes de manera significativa para aquellos que sufren.

2. Escucha sin juzgar

En lugar de ofrecer palabras tranquilizadoras, permite que la persona afectada se exprese libremente. Adopta una postura de empatía y deja que expresen sus emociones sin interferencias ni juicios. Escuchar activamente y validar sus sentimientos ayuda a canalizar el dolor de manera efectiva.

3. Respetar sus límites

Es fundamental ser sensibles y respetuosos al hablar. Antes de compartir información o impresiones, pide permiso de manera delicada y considerada. Respetar sus límites y necesidades de privacidad contribuye a mantener un ambiente de confianza y respeto mutuo.

4. Deja que la persona enferma se exprese y respeta su silencio

Es común que un/a enfermo/a no entienda del todo su situación, que no la acepte, o que sienta diversas emociones como tristeza, rabia, miedo o impotencia. Es importante permitirle expresar todos estos sentimientos, ofreciéndole un espacio seguro para compartir emociones. Respeta su silencio, el espacio y el tiempo necesario para procesar emociones y permitir que el proceso natural de la vida siga su curso sin imponer intervenciones innecesarias.

5. Anímale a superar metas

Tener obligaciones, aficiones y metas le dará motivos para ver la vida de otro modo y motivar. Es fundamental animar a la persona enferma a buscar un «motor» que le permita mantenerse activa, viva y enfocada en su proceso de recuperación. Sin embargo, es importante aconsejarle sin presionar, respetando su ritmo y sus decisiones sobre cuándo está preparado para asumir nuevos desafíos.

6. El poder de las palabras

Las palabras pueden tener un impacto significativo en el estado de ánimo y la actitud de una persona enferma. Es esencial evitar frases desalentadoras o culpabilizadoras, ya que pueden convertirse en un obstáculo para la recuperación. En cambio, es importante utilizar palabras de apoyo, aliento y comprensión para reforzar su autoestima y motivación en el camino hacia la recuperación.

TÚ TAMBIÉN NECESITAS CUIDADO

Cuidar y/o acompañar a alguien que está enfermo puede ser agotador tanto física como emocionalmente. Es vital priorizar el cuidado personal para mantenerse saludable y capaz de brindar apoyo de manera sostenible:

  • Establecer límites saludables y aprender a decir no cuando sea necesario.
  • Buscar momentos de descanso y desconexión.
  • Mantén algún hobby y actividades que te aporten bienestar.
  • Delega. Es importante buscar apoyo y no cargarte con todo.

Convivir y acompañar a una persona enferma es un proceso complejo que requiere comprensión, paciencia y empatía. Al centrarnos en cultivar un entorno de apoyo mutuo y cuidado personal, podemos enfrentar las situaciones de manera más amable, efectiva y construir una relación más fuerte. Fortalecemos la convivencia en la sociedad cuando nos comprometemos a cuidar y apoyar a aquellas personas que lo necesitan, fortaleciendo así el tejido de nuestra comunidad.