VIVIR LENTAMENTE PARA SABER VIVIR MEJOR

Saber vivir

El tiempo se ha vuelto nuestro peor enemigo. Muchos creen que al vivir lentamente no están aprovechando la vida, que se pierden experiencias y tiempo. No se sienten productivos viviendo de forma más pausada. 

Vivir a todo tren se ha convertido en una realidad para muchos, hacer cuántas más cosas y si puede ser a la vez, mejor. Lo cierto es que este estilo de vida lo que provoca es precisamente lo contrario, una pérdida de calidad de vida y no se puede considerar vivir. 

Intentar hacer tantas cosas nos impide disfrutar cada momento. No saboreamos las cosas buenas de la vida ni damos la importancia que se merece a cada momento que vivimos, si no sabemos vivir el momento presente.

Vivir a toda prisa hace que pasemos por los momentos de nuestra vida y las experiencias casi sin darnos cuenta. Perdiendo la esencia de cada momento vivido. 

Todos tenemos una vida, un trabajo, unos hábitos diarios y costumbres que hacemos día tras día. Todo esto nos impide pararnos a pensar si la vida que estamos viviendo es la que de verdad queremos vivir. Y en caso de que no sea así, no podremos cambiarla porque no tenemos tiempo. En consecuencia, seguiremos viviendo infelizmente el resto de nuestra vida, por no saber vivir adecuadamente.

Vivir a todo tren tiene sus consecuencias negativas.

Una de las principales consecuencias de las prisas es que envejecemos más rápido. Esto es debido a que nos mantenemos estimulados todo el tiempo. Nuestro cuerpo genera adrenalina constantemente y la hormona del estrés, el cortisol, dispara sus niveles. Con lo que el cuerpo se vuelve adicto a estas sustancias y seguimos viviendo con prisas, para generar más. Esto facilita la aparición de enfermedades y dolores corporales. 

Saber vivir lentamente nos permite tener mejor salud y que sea más estable. También nos permite saborear cada momento, cada vivencia, mejora la digestión y nos quita presión. Además, mejora nuestra salud mental, aparte de la física. Algo muy importante que parece que muchos hayamos olvidado que debemos cuidar. 

¿Por qué vivimos con tantas prisas?

Uno de los mayores problemas de nuestra sociedad es la multitarea. Como hemos dicho antes, lo que está de moda es intentar hacer cuántas más cosas a la vez, mejor. Existe la falsa creencia que esto nos convierte en más eficientes. 

Con la multitarea no nos beneficiamos nosotros, sino que se beneficia el sistema económico en el que vivimos. «Trabajar más rápido para producir más es lo importante». Pero se pierde calidad. Al final lo que se produce acaba durando menos porque no se puede dedicar el tiempo necesario para realizar bienes de calidad. 

Saber vivir sin prisas.

Vivir con prisas nos vuelve más intolerantes. Poco a poco perdemos la capacidad de disfrutar de los pequeños placeres de la vida diaria. Solo los disfrutaremos si vivimos lentamente. Algo tan simple como ver a tus hijos sonreír, se ha convertido en imposible porque no tienes tiempo. Darte cuenta que con este ritmo no perdemos tiempo, sino vida. Y que no la estamos disfrutando, es fundamental para cambiar de mentalidad. 

La paciencia se ha convertido en algo odioso y cuando nos hacen esperar nos ponemos irritables. Un día nos miraremos al espejo y nos daremos cuenta que ya no somos aquel joven lleno de energía y vitalidad. De golpe somos un adulto agotado que ha dejado de luchar por lo que creía. 

No debemos dejar pasar esta oportunidad para cambiar y volver a vivir la vida saboreando cada instante como si fuera el último. Con tranquilidad. Puede que nos hayamos perdido muchos momentos por culpa de las prisas, pero lo importante es saber vivir los del día de mañana con todos los sentidos y toda nuestra atención.  Así viviremos más y mejor.