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  • ¿Sabes qué es el trastorno afectivo estacional?

    ¿Sabes qué es el trastorno afectivo estacional?

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    El trastorno afectivo estacional (TAE) es una forma de depresión que ocurre en una determinada época del año, generalmente en invierno. Este trastorno afecta a muchas personas en todo el mundo, causando síntomas que pueden variar en intensidad, desde sentimientos leves de tristeza hasta una depresión severa que impacta la vida diaria. 

    ¿QUÉ ES EL TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL?

    Es un tipo de depresión que se repite en ciclos estacionales. La mayoría de las personas que experimentan TAE comienzan a mostrar síntomas en el otoño y continúan hasta los meses de invierno, aunque también puede ocurrir en primavera o verano. La disminución de la luz solar durante los meses de otoño e invierno se cree que es un factor desencadenante clave.

    CAUSAS DEL TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL

    Las causas exactas del trastorno afectivo estacional no son completamente comprendidas, pero hay varios factores que pueden contribuir a su desarrollo:

    Cambios en la luz solar

    La reducción de la luz solar puede causar una disminución en la serotonina, un neurotransmisor que afecta el estado de ánimo, lo que puede llevar a la depresión.

    Ritmo circadiano

    La disminución de la luz solar también puede alterar el reloj biológico del cuerpo, o ritmo circadiano, lo que puede llevar a sentimientos de depresión.

    Melatonina

    Los cambios en la temporada pueden afectar el equilibrio de melatonina del cuerpo, que juega un papel en los patrones de sueño y estado de ánimo.

    SÍNTOMAS DEL TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL

    Los síntomas del trastorno afectivo estacional pueden variar de persona a persona, pero los más comunes incluyen:

    • Sentimientos persistentes de tristeza o depresión
    • Pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras
    • Cambios en el apetito, especialmente antojos de alimentos ricos en carbohidratos
    • Aumento de peso
    • Somnolencia excesiva
    • Falta de energía
    • Dificultad para concentrarse
    • Sentimientos de desesperanza

    DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

    Diagnosticar el trastorno afectivo estacional implica un proceso detallado que incluye la evaluación de los síntomas, la historia clínica y, en algunos casos, cuestionarios especializados. Un diagnóstico correcto es esencial para determinar el tratamiento adecuado.

    Opciones de tratamiento para el trastorno afectivo estacional:

    • Terapia de luz: También conocida como fototerapia, esta técnica utiliza una caja de luz especial que imita la luz natural del sol, ayudando a equilibrar los niveles de serotonina y melatonina en el cuerpo.
    • Medicamentos: Los antidepresivos pueden ser efectivos, especialmente si los síntomas son severos. Es crucial que sean prescritos y supervisados por un profesional de la salud.
    • Psicoterapia: La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una forma efectiva de tratamiento que ayuda a las personas a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos y comportamientos relacionados con la depresión.

    CAMBIOS EN EL ESTILO DE VIDA

    Además de los tratamientos médicos, realizar ciertos cambios en el estilo de vida puede ayudar a aliviar los síntomas del trastorno afectivo estacional:

    • Aumentar la exposición a la luz natural: Pasar tiempo al aire libre durante el día, incluso cuando el clima es nublado, puede ser beneficioso.
    • Ejercicio regular: La actividad física regular puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés.
    • Dieta balanceada: Mantener una dieta saludable puede ayudar a manejar los antojos de carbohidratos y prevenir el aumento de peso asociado con el TAE.

    PREVENCIÓN DEL TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL

    Aunque no siempre es posible prevenir el trastorno afectivo estacional, existen medidas que pueden reducir el riesgo de desarrollar este trastorno. La planificación anticipada y la implementación de estrategias de afrontamiento antes de que comiencen los meses de otoño e invierno pueden marcar una diferencia significativa.

    Prever los cambios estacionales: Estar consciente de los patrones personales y anticipar los meses en los que los síntomas suelen aparecer.

    Mantener una rutina diaria: Mantener una rutina regular de sueño, ejercicio y dieta puede ayudar a estabilizar el estado de ánimo.

    Buscar apoyo social: Mantenerse conectada/o con amigas/os y familiares puede proporcionar un sistema de apoyo emocional.

    REFLEXIÓN

    El trastorno afectivo estacional es una condición real y tratable que afecta a muchas personas durante ciertas épocas del año. Comprender sus causas, síntomas y opciones de tratamiento es crucial para manejar sus efectos y mejorar la calidad de vida. Si sospechas que podrías estar experimentando TAE, no dudes en buscar la ayuda de una/un profesional de la salud mental. Con el apoyo adecuado, es posible superar los desafíos que presenta esta condición y encontrar formas de disfrutar de todas las estaciones del año.

  • El síndrome burnout o desgaste profesional

    El síndrome burnout o desgaste profesional

    El síndrome burnout se traduce al español como el síndrome de desgaste profesional o, traducido literalmente como el “trabajador quemado”. Se refiere a la cronificación del estrés laboral que incluye fatiga crónica física y mental, alteración de la personalidad y de la autoestima, llegando incluso a la ineficacia en el trabajo y la incapacidad de desarrollar tareas profesionales.

    El síndrome burnout se refiere exclusivamente a la actitud en el desempeño laboral y debe diferenciarse de la depresión clínica que afecta en otras áreas de la vida. Este síndrome no ocurre de un día a otro. Es un proceso en el que progresivamente el trabajador o la trabajadora, padece una pérdida de interés por las funciones que realiza, sintiendo desmotivación, agotamiento, despersonalización y acrecienta una reacción psicológica negativa hacia su empleo.

    La principal diferencia entre el estrés y el síndrome burnout, según explica el profesor del Máster de Prevención de Riesgos Laborales de la UNIR, es que el estrés muchas veces es positivo ya que, en ocasiones, nos permite ser más efectivos/as, reaccionar rápidamente, rendir mejor, etc. En cambio, en el síndrome burnout es siempre negativo. Normalmente, el origen suele estar en una exigencia excesiva provocada por un desajuste entre la demanda de trabajo y las capacidades reales de una persona y sus recursos.

    ORÍGEN DEL TÉRMINO SÍNDROME DE BURNOUT 

    El término síndrome de burnout aparece en la literatura mundial a mitad de los años 70Concretamente fue en 1974 cuando el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger, que trabajaba de voluntario en una clínica de Nueva York para toxicómanos, se percató que al cabo de entre uno y tres años la actitud de la mayoría de voluntarios/as cambiaba.

    Como él, todas las personas empezaron con ilusión y entusiasmo, pero al cabo de un tiempo, experimentaron una pérdida de energía y de desmotivación de forma progresiva. Sentían una falta de interés por lo que hacían, incluso sentían que era un sinsentido su labor, llegando a agotarse, a sentir ansiedad y depresión.

    Freudenberger lo llamó síndrome de burnout y desde entonces, el sector de la investigación ha aportado información acerca del concepto, detallando y añadiendo más información acerca del mismo. Desde entonces y hasta la fecha, existen muchos reportes del síndrome y la investigación en este campo es muy amplia. 

    PRINCIPALES CAUSAS DEL SÍNDROME BURNOUT

    Mala organización
    Jornadas de trabajo muy largas que impiden conciliar
    Sufrir mucha presión
    Mal clima laboral prolongada
    Monotonía laboral
    Falta de expectativas laborales
    Sensación de aislamiento en el lugar de trabajo
    Ser víctima de acoso laboral
    Expectativas personales muy altas
    Características personales

    SÍNTOMAS DEL SÍNDROME BURNOUT 

    Agotamiento físico 

    Con síntomas como la fatiga crónica, la pérdida de apetito o la ansiedad por comer, dolores musculares, problemas intestinales, cefaleas y migrañas, problemas en la piel, etc. 

    Agotamiento mental 

    El estrés y la ansiedad son los síntomas más frecuentes en el síndrome burnout y el propio síndrome los acrecenta. Como consecuencia, la depresión o el insomnio pueden ir de la mano al agotamiento mental. 

    Desmotivación 

    La sensación de no ser eficiente y de no hacer bien las tareas, acaban creando una insatisfacción general y desmotivación, generando una enorme frustración porque la persona no se siente realizada en su trabajo.

    Descenso en la productividad laboral 

    El síndrome burnout provoca que la persona que lo padece no pueda concentrarse, causando olvidos constantes y derivando a un abandono generalizado. Por esta razón, se genera un círculo vicioso en el que la persona no consigue volver a ser igual de productiva que antes y eso le hace sufrir. 

    Despersonalización 

    El trabajador o trabajadora con el síndrome de burnout cambia su comportamiento y personalidad. La apatía, el desapego y la irritabilidad, provocan que no sienta un compromiso ni con su empresa, ni con el equipo, afectando seriamente al entorno laboral.

    Además de estos cinco síntomas, la baja autoestima, la poca o nula realización personal, el constante nerviosismo, la agresividad, el aburrimiento, incluso la taquicardia o la dificultad para comunicarse son manifestaciones muy frecuentes en este síndrome. 

    CÓMO PREVENIR EL SÍNDROME BURNOUT 

    La prevención es la mejor cura y la mejor forma de evitarlo, según el psicólogo Harry Levinson. Algunos consejos para disminuir el riesgo de padecer el síndrome burnout son: 

    • Respetar el horario de trabajo. Entrar y salir puntualmente. 
    • Una vez marchas del trabajo, despejar la mente de las funciones laborales. 
    • Ser consciente de tus capacidades y saber delegar.
    • Reservar un tiempo para uno/a mismo/a.
    • Cuidar los espacios reservados a las personas que quieres. 
    • Saber desconectar de los dispositivos tecnológicos.
    • Comunicarse con el entorno y saber escuchar.
  • 12 Síntomas del trastorno de ansiedad

    12 Síntomas del trastorno de ansiedad

    La ansiedad es un sentimiento de temor y puede ser natural, como respuesta a una situación de estrés. Pero cuando las personas tienen un trastorno de ansiedad, este miedo es muy angustioso y no termina en un corto período de tiempo. Por lo tanto, cuando hablamos del trastorno de la ansiedad, nos referimos a una afección en la que este sentimiento de miedo no desaparece, aumenta y empeora con el paso del tiempo. Puede llegar a imposibilitar la vida cotidiana de una persona y acarrear consecuencias como el absentismo laboral

    A continuación conocerás los síntomas más comunes de un trastorno de ansiedad. Si crees que lo puedes estar padeciendo, queremos que sepas que es posible solucionarlo con la asistencia de un/a profesional médico. Con la ayuda de un/a psicólogo/a puedes llegar a identificar y cambiar tu reacción frente a esas cosas que te causan miedo. 

    Síntomas comunes del trastorno de ansiedad

    Preocupación en exceso

    Es una respuesta cognitiva característica de la ansiedad y suele permanecer incluso cuando no hay un motivo. Esta preocupación es aparentemente incontrolable y normalmente tiene relación con el futuro (inmediato o a largo plazo), conduciendo al bloqueo momentáneo de la persona que padece ansiedad y a conductas de evitación o huida. Este estado dificulta la adaptación a los cambios y la concentración de las tareas diarias.

    No poder conciliar el sueño

    La dificultad para regular las emociones es uno de los problemas presentes en la ansiedad y que pueden causar insomnio. La sobreactivación física que provoca los pensamientos intrusivos y las preocupaciones, evitan que una persona pueda conciliar el sueño o permanecer dormida. En este caso, se convierte en un círculo vicioso porque los pensamientos incontrolables no permiten descansar y ese insomnio trae como consecuencia la ansiedad y una mala salud en general.  

    Agitación

    Sentirse ansioso/a hace que el cerebro perciba que estamos en peligro y prepara al cuerpo para una amenaza. Desencadena una serie de efectos: el pulso acelerado, boca seca, sudor o temblor. Cuando una persona tiene ansiedad, es incapaz de reducir este estado de agitación en el tiempo en el que lo haría una persona que no padece este trastorno.

    Comportamiento compulsivo

    El trastorno compulsivo es un tipo de trastorno de ansiedad. Se trata de obsesiones y comportamientos repetitivos compulsivos que no se pueden evitar. Estas obsesiones se entrometen cuando el individuo intenta pensar o hacer otras acciones diarias, a veces resultando muy complicado llevar a cabo su vida.

    Fatiga

    Otro de los síntomas del trastorno de ansiedad es fatigarse fácilmente. La fatiga puede venir provocada después de un ataque de ansiedad o puede ser crónica. La comunidad científica no ha sido capaz de determinar si la fatiga se debe a otros síntomas provocados por la ansiedad, como la tensión muscular o el insomnio, o si es por los efectos hormonales de la ansiedad crónica.

    Duda persistente

    Dudar es un acto natural, pero cuando es constante, la mayoría de veces es hacia uno/a mismo/a. Eso te impide tomar una decisión, se convierte en un bucle y genera angustia e inseguridad, hasta podría tratarse de la llamada duda patológica o persistente. La duda persistente es una característica común en los trastornos de ansiedad.

    Tensión muscular

    Tensionar la mandíbula, el bruxismo o sufrir constantemente tensión en los músculos del cuerpo, puede ser un síntoma de un trastorno de ansiedad. Una gestión de las emociones nula o no saludable provoca consecuencias y, una de ellas, es la contracción continua de los músculos que se trata de una respuesta natural del organismo frente a un peligro o amenaza.

    Problemas digestivos

    Las emociones están directamente relacionadas con la función del aparato digestivo y la ansiedad perpetuada acaba por causar calambres, retortijones, dolor puntual, náuseas o algo más grave como inflamación crónica, permeabilidad intestinal, indigestión y otros trastornos digestivos.

    Huir de las situaciones sociales

    Cuando se siente miedo a socializar hasta el punto de llegar a paralizar, puede ser que estemos frente a un trastorno de ansiedad social. La sensación es de temor cuando se aproxima una situación social, preocupación de que las otras personas te juzguen, miedo y angustia por sentirse expuesto o frente a la posibilidad de ser humillado o avergonzado.  

    Dificultad para concentrarse

    Según estudios, las personas que tienen trastorno de ansiedad afirman tener muchas dificultades para concentrarse. La ansiedad puede llegar a intervenir e incapacitar la memoria funcional, que es la responsable de retener información a corto plazo. Esta es una de las razones por las que las personas que experimentan ansiedad durante un período largo, tienen dificultades para desempeñar las tareas diarias.

    Sensación de pánico

    Los ataques de pánico recurrentes son producidos por una sensación intensa de miedo, provocan debilitamiento y que suelen estar acompañados de taquicardia, sudoración, falta de aire, temblores, presión en el pecho o miedo a perder el control.

    Perfeccionismo

    La ansiedad por perfeccionismo suele ocasionar, entre otras cosas, dificultades para acabar los proyectos, tener un comportamiento muy rígido y controlador. Además, suele ir asociada de una autocrítica muy dura y acompañada de una fuerte inseguridad por no sentirnos lo suficientemente buenos/as e incapaces de controlarlo todo.

  • Cuál es el colesterol bueno y el colesterol malo

    Cuál es el colesterol bueno y el colesterol malo

    Como ya sabéis, el colesterol es una grasa natural que participa en muchos procesos de nuestro organismo para que pueda funcionar correctamente. Hay dos tipos de colesterol, a uno se le conoce como colesterol HDL (bueno) y al otro como colesterol LDL (malo). 

    Hoy en día, es tal la cantidad de información que hay en Internet sobre el colesterol, que es fácil confundirse. No siempre entendemos la diferencia que hay entre el colesterol LDL o malo y el colesterol HDL o bueno, pero es de vital importancia conocerla para entender cuál es la función de cada uno y aprender cómo controlar sus niveles (así no se nos acumulará el malo en las arterias y no nos faltará el bueno para que pueda limpiar nuestro organismo). Es algo muy fácil de entender y nos ayudará a interpretar los análisis de colesterol y mantener una buena salud cardiovascular. 

    Para poder identificarlos y saber qué funciones cumple cada uno, hemos preparado esta guía que te ayudará: 

    Aprende a diferenciar los dos tipos de colesterol HDL y LDL:

    El cuerpo humano fabrica diferentes tipos de lipoproteínas para poder transportar el colesterol desde el hígado hasta las diferentes partes del cuerpo a través de la sangre. Cada lipoproteína tiene un objetivo concreto. 

    Colesterol bueno o colesterol HDL

    Por otro lado, cuando hablamos del colesterol bueno, nos referimos al HDL (High-Density Lipoproteins, en inglés) son las lipoproteínas de alta intensidad. 

    Este tipo de colesterol es el que se encarga de transportar el colesterol que se encuentra en nuestras arterias hasta el hígado para que lo elimine de nuestro organismo. Por eso es tan importante mantener unos buenos niveles de este tipo de colesterol en el organismo, para que podamos eliminar el colesterol malo. 

    Si nos hacemos un análisis de sangre y nos salen unos niveles de colesterol bueno demasiados bajos, nuestro médico nos indicará las mejores técnicas para subirlo. Debemos seguir sus pautas hasta que estemos dentro de los niveles recomendados. 

    Colesterol malo o colesterol LDL

    Cuando hablamos del colesterol malo, nos referimos al colesterol LDL (Low-Density Lipoproteins, en inglés), en referencia al colesterol transportado por lipoproteínas de baja densidad. 

    El LDL es malo porque con el tiempo se puede acumular en nuestras arterias. Esta acumulación es uno de los factores de riesgo que puede causarnos la enfermedad coronaria, aunque también hay otros factores de riesgo para el desarrollo de esta enfermedad. 

    Además, también puede influir en la aparición de otras enfermedades del corazón.  

    Si tenemos el colesterol LDL alto no lo notaremos, pues no presenta síntomas. De ahí, la importancia de realizarse un análisis de sangre para detectarlo. La buena noticia es que hay muchas cosas que podremos hacer para bajar el colesterol malo. 

    Aunque se considere malo, el colesterol LDL es innecesario, es decir, que también lo necesitamos porque cumple funciones vitales dentro de nuestro organismo. Lo que hay que hacer es controlar sus niveles para que no sean demasiado elevados y nos pueda causar problemas de salud a largo plazo. 

    Si tenemos alguna pregunta, no debemos dudar en preguntar a nuestro médico, él nos resolverá todas nuestras dudas y nos aconsejará sobre nuestro caso en particular.

  • Cómo empezar a entrenar y mantenerlo en el tiempo

    Cómo empezar a entrenar y mantenerlo en el tiempo

    Empezar a entrenar es una decisión valiosa para mejorar la salud y el bienestar, pero lograr que esta práctica se convierta en un hábito duradero requiere planificación, motivación y constancia. Aquí te contamos cómo empezar a entrenar y mantener el ejercicio en tu vida, disfrutando de sus beneficios y evitando el agotamiento o la falta de motivación. Siguiendo estos pasos, podrás integrar el ejercicio en tu rutina y disfrutar de una vida más activa y saludable.

    1. Establece metas claras y alcanzables

    Al empezar a entrenar, es importante definir qué quieres lograr. Ya sea que tu objetivo sea mejorar tu resistencia, ganar fuerza o simplemente sentirte más activo/a, comienza por establecer metas específicas y alcanzables. Las metas realistas permiten mantener la motivación, y cuando se logran, refuerzan el deseo de seguir adelante. 

    Si es la primera vez que decides empezar a entrenar, no intentes hacer demasiado en poco tiempo. Un buen objetivo inicial puede ser entrenar tres veces a la semana durante 20-30 minutos. Con el tiempo, puedes aumentar la frecuencia y la duración de las sesiones, pero es esencial que al principio te sientas cómodo/a y puedas cumplir tu plan sin dificultades.

    2. Planifica tus entrenamientos

    La planificación es clave para que el ejercicio se convierta en un hábito estable. Empezar a entrenar sin un plan puede llevar a que lo abandones rápidamente. Por eso, dedica unos minutos a organizar tu horario semanal, eligiendo los días y momentos que te resulten más cómodos para entrenar.

    A muchas personas les funciona anotar en su agenda los días de entrenamiento, como lo harían con cualquier otra actividad importante. Al empezar a entrenar, ver el ejercicio como una cita con uno mismo te ayudará a darle la importancia que merece. Si decides comprometerte a entrenar por la mañana o al final del día, mantener la constancia en el horario te ayudará a establecer el hábito.

    3. Encuentra un tipo de ejercicio que disfrutes

    Es más fácil empezar a entrenar si haces algo que realmente disfrutas. El ejercicio no debe ser una obligación, sino algo que aporte bienestar y satisfacción. Existen muchas opciones: correr, andar en bicicleta, practicar yoga, nadar, bailar, levantar pesas o hacer rutinas de calistenia. Si no sabes por dónde empezar, prueba diferentes actividades hasta encontrar la que mejor se adapte a tus gustos y necesidades.

    Elegir actividades variadas y divertidas te ayudará a evitar el aburrimiento y hará que empezar a entrenar sea algo que realmente disfrutes. Recuerda que cualquier actividad que implique movimiento y te haga sentir bien es válida, por lo que experimentar con diferentes opciones también puede enriquecer tu experiencia.

    4. Avanza de forma gradual y escucha a tu cuerpo

    Al empezar a entrenar, es común querer ver resultados inmediatos. Sin embargo, hacer mucho ejercicio al principio o de forma muy intensa puede llevar a agotamiento o lesiones. Es importante ir progresando de manera gradual, permitiendo que el cuerpo se adapte a la actividad física.

    Escuchar a tu cuerpo es fundamental. No debes sentir dolor, y si en algún momento el cansancio es excesivo, es preferible reducir la intensidad o descansar. Uno de los pilares para que empezar a entrenar se convierta en un hábito es mantener el equilibrio entre esfuerzo y descanso, sin presionarte demasiado.

    5. Mantén la constancia y rodéate de apoyo

    Empezar a entrenar es un proceso que lleva tiempo y requiere de constancia. Es posible que no veas resultados en las primeras semanas, pero recuerda que cada sesión es un paso adelante hacia tu objetivo. Si te saltas un día o una semana, no te castigues. Lo importante es retomar y seguir con el plan.

    Contar con apoyo puede marcar la diferencia al empezar a entrenar. Compartir el proceso con amigos, familiares o incluso compañeros de gimnasio puede hacer que el ejercicio sea más entretenido y motivador. Si entrenas en casa, puedes unirte a comunidades online de personas que comparten tus metas. Esto crea una red de apoyo que aumenta la motivación y la constancia.

    6.Incorpora el ejercicio en tu estilo de vida

    Para que el hábito de entrenar perdure, es importante que el ejercicio forme parte de tu estilo de vida. A medida que avances, busca formas de adaptar tus entrenamientos a tu rutina diaria y combínalos con otros hábitos de vida saludable. La alimentación equilibrada y el descanso adecuado son aliados importantes cuando decides empezar a entrenar, ya que te ayudan a recuperar la energía y a mantenerte motivado/a.

    Si empiezas a notar que el ejercicio se convierte en una carga, puedes adaptar el tipo de actividad o la frecuencia para que encaje mejor en tu día a día. Recuerda que la meta es llevar una vida activa y que cualquier forma de movimiento es válida.

    7. Reconoce y celebra tus logros

    Celebrar tus logros, por pequeños que sean, es una excelente forma de reforzar el hábito de entrenar. Al empezar a entrenar, cada objetivo alcanzado, desde completar una semana de entrenamientos hasta mejorar el tiempo o la resistencia, merece ser reconocido. Estas pequeñas celebraciones refuerzan tu motivación y te recuerdan los avances que estás haciendo.

    Puedes recompensarte de muchas maneras: invierte en ropa deportiva nueva, date un masaje o dedica un día a actividades de relajación. Reconocer tus avances, tanto físicos como mentales, te ayuda a consolidar el hábito de entrenar y a disfrutar de cada paso en el proceso.

    8. Haz del descanso una prioridad

    A veces, al empezar a entrenar, se tiende a olvidar la importancia del descanso. Sin embargo, el descanso es parte fundamental de cualquier rutina de ejercicio, ya que permite que los músculos se recuperen y evita el agotamiento. Programa uno o dos días de descanso a la semana para recargar energías y prevenir el sobreentrenamiento.

    Además, el descanso adecuado mejora tu rendimiento y te ayuda a mantenerte motivado/a. Cuando se convierte en parte de tu rutina, el descanso potencia los efectos de tus entrenamientos y facilita que el ejercicio se mantenga en el tiempo.

    Empezar a entrenar, un compromiso contigo mismo/a

    Empezar a entrenar y hacer del ejercicio un hábito duradero requiere paciencia, constancia y, sobre todo, un compromiso contigo mismo/a. Cada vez que decides levantarte a entrenar, fortaleces ese compromiso y avanzas hacia una vida más saludable y activa. A medida que integres estos consejos y adaptes el ejercicio a tus necesidades, empezar a entrenar se convertirá en algo natural y satisfactorio.

    Disfruta del proceso y celebra cada logro en el camino, recordando que cualquier progreso es valioso. Empezar a entrenar es el primer paso hacia una mejor versión de ti mismo/a, y al seguir estos pasos, podrás mantener este hábito en el tiempo y hacer que el ejercicio sea una parte esencial de tu vida.